(Foto: Helene Desplechin. Flickr) |
Hoy retomo el blog robándole a García Márquez el título de
unos de sus relatos más conocidos, que narra como una Isabel embarazada y un
poco delirante pierde la noción del tiempo y el espacio mientras observa un aguacero
eterno caer sobre Macondo.
Me he inspirado en que Barcelona lleva dos días vestida con
la primera tormenta seria del otoño y también en que la nostalgia se parece a
la lluvia, y hoy un recuerdo que me asaltó en forma de fotografía me sirve para
explicar cómo y por qué he vuelto a este espacio que abandoné de la manera más
miserable hace más de un año y sin ninguna justificación posible. 2014 y la
primera mitad de 2015 no fueron sencillos, es cierto, pero más jodido fue 2009
con su paro y su divorcio y en aquella ocasión, aunque estaba hecha polvo, no
dejé de actualizar el blog. Pero esta vez, sí. En mi defensa no tengo nada realmente
sólido que decir, salvo que algunas veces nos puede el esfuerzo de sobrevivir
nuestras propias circunstancias y quedamos demasiado agotados para crear,
aunque –¡ironía!- esa sea precisamente la clave para ir “del carajo al cielo,
sin escalas”, como diría Benedetti.
En todo caso, sirva este aguacero mediterráneo que riega el
bambú y la bugambilia de mi terraza como excusa y marco para avisar que estoy
de regreso. Cambiada -no mucho- y con algo menos de afinidad por el mundo cuqui,
cuyos recursos se me quedaron un poco cortos para contar las cosas que me
interesan ahora. No se asusten, no es que haya abandonado las historias de
amor, eso es imposible dada mi naturaleza Caribe y mi predisposición natural a
los besos y arrumacos varios. Pero sí estoy por la labor de contextualizar esas
historias en otros ambientes, de dibujar con más detalle el alma de mis
personajes, de encontrar mejores palabras para definirles el destino e incluso,
de expresarme por escrito en mi acento maracucho cuando haga falta y mezclarlo sin
miedo con las expresiones que he aprendido en España, porque entre otras cosas
fundamentales que me han pasado estos meses, una de las más importantes
fue terminar de asumir que mi mente (y mi corazón... pero eso es otra historia) habita
un territorio sin nombre ubicado entre esos dos mundos aparentemente
distantes llamados Maracaibo y Barcelona.
Y justamente de las ganas de explorar ese espacio
interoceánico y particular fue que surgió el proyecto en el que estoy metida
ahora. Un libro que tiene como protagonistas a personajes que comparten ese
status medio bipolar que los
convierte en “emigrantes” en Venezuela y en “extranjeros” en el rincón del
mundo que los recibe cuando se van del país. Quiero contar cómo se vive en ese espacio intermedio, porque
creo que ya somos muchos los que lo habitamos –millón y medio según los datos
que he encontrado- y porque aunque
el goteo de nuestras historias no salga en las noticias, podemos hablar de una
diáspora con todas sus letras. Una
prueba de ello es esa foto “del recuerdo” que me lanzó Facebook hoy: Somos nueve amigos alrededor de la mesa
de mi casa en Maracaibo los primeros días de enero del 2003. De esos rostros, actualmente
cinco vivimos en Barcelona y los demás están repartidos entre el Reino Unido,
Canadá, Estados Unidos y Chile. Todos nos fuimos. Y desde entonces no hemos
vuelto a coincidir juntos en el mismo punto del mapa, con lo que esa comida
japonesa que preparamos entre todos hace casi treces años ha sido –de momento- irrepetible.
Así que aquí estoy, lanzada con este proyecto que ocupa
buena parte de mi tiempo y me deja muy poco margen para escribir otro tipo de
ficción, aunque eso no quita que de vez en cuando no suba algún relato aquí. La
idea de volver es retomar el hábito de escribir para ser leída después de meses
en los que solo vacié palabras en mis diarios personales. Creo que tengo cosas que decir y por
aquí las iré contando, con más disciplina que en el último años y menos mensajes
cuqui-guays que en los años anteriores. Serán posts más personales, de
extensión diversa y una dosis de humor cuando corresponda. Igual en algunas cosas no se
parecerá a la etapa previa del blog, pero seguirá siendo el Punto de G. Lo
demás es echarle imaginación, voluntad y huevos. Y en eso estoy. El resto ya se verá.
Thanks for having me back.
No hay comentarios:
Publicar un comentario