domingo, 30 de octubre de 2011

Witch Brew



"I will show you a love potion without drug or herb, or any witch's spell; if you wish to be loved, love."

(Feliz Halloween para todas las brujas que se dejan caer por aquí...porque saber ponerle magia a la vida es un gran motivo para celebrar)

Bad Pet


    

    A quien pueda interesar,

    La presente es una carta abierta, ya que no sé exactamente a quién dirigirme para hacer la devolución que hoy me ocupa. De existir un lugar para este tipo de "Objetos Perdidos" probablemente intentaría iniciar mi gestión allí, pero creo que lo que intento devolver no está clasificado exactamente como un "objeto". Y aunque así fuera, pienso que quien lo abandonó a su suerte hace ya tantos años delante de mi casa no debe estar particularmente preocupado por recuperarlo. Todo lo contrario: este es el tipo de cosas que mientras más lejos las tengas, mejor estás.

    Pero divago. Intentaré ceñirme estrictamente al tema de la devolución en cuestión, que es lo que me interesa.

    A lo largo de aproximadamente unas tres décadas -año arriba, año abajo- he sido responsable del cuidado y manutención de un extraño animal cuyo nombre auténtico no conocía, pero al que por lástima primero y por costumbre después comencé a llamar "Amor". 

    Yo no lo busqué y sinceramente no sé si él me buscó a mí. Pienso que no. Pero tengo claro que él y mi adolescencia llegaron prácticamente de la mano una mañana de marzo hace ya mucho tiempo y a partir de ese día esta mascota involuntaria me ha acompañado en prácticamente cada paso de mi vida. Ha sido el sonido triste de sus ronquidos el que me ha arrullado en momentos de desconsuelo, el paso de sus patitas lentas el que me ha indicado el camino a seguir cuando he tenido dudas y sus ojos saltones y llorosos los que han sufrido conmigo todas las penas amorosas que he padecido desde que entré en el juego de encontrar pareja. Ha sido una larga carrera juntos en la que hemos vivido no pocas aventuras y despechos, pero, recientemente me di cuenta que nuestros caminos se tienen que separar. En otras palabras menos poéticas, quiero devolver al condenado bicho.

    Probablemente se preguntarán cómo soy capaz de abandonar a una criatura que me ha acompañado fielmente durante tanto tiempo y hasta habrá quien piense que soy una desalmada. Permítanme explicarme por favor. Las razones que me han llevado a tomar esta decisión son varias, pero creo que la más contundente es que las costumbres y manías de este animal sencillamente me sobrepasan. Este "Amor" no se parece en nada a mí; es celoso, inseguro, se dedica a hacer trastadas por mi casa (muchas de ellas irreparables) y lo peor de todo, con los años ha terminado por adueñarse de mis reacciones y de mi criterio. El vaho de su aliento de mascota cansada me nubla la vista y cuando se acerca para darme cariño no me achucha ¡me aprieta! lo que muchas veces me impide respirar con tranquilidad.

    Le he llamado "Amor" durante mucho tiempo porque así lo he querido, en un intento vano de creer que es el nombre que le corresponde. Pero sus costumbres de fiera triste y  desconfiada y esos colmillos largos que saca de vez en cuando poco o nada tienen que ver con el noble sentimiento que me inspiró a llamarlo así. De hecho, he investigado un poco y creo que he reconocido en un libro de zoología a unas bestias muy parecidas a él que pertenecen a una  especie peligrosísima llamada "apegos". Por lo que he leído son bichos de aspecto engañosamente inofensivo a los que hay tratar con sumo cuidado, porque no reconocen amo alguno y en situaciones de crisis son capaces de pegar un zarpazo sin más, especialmente en zonas sensibles como el corazón o la yugular misma. Si esto es así, no puedo seguir compartiendo mi casa con un animal que en cualquier momento puede perder el control y atacarme. ¡Es lo que me faltaba!. Así que con cierta tristeza pero también con mucha seguridad de que lo que estoy haciendo es lo mejor, dejo libre a esta mascota eterna que pensé se quedaría tumbada vigilante al pie de mi cama hasta el fin de mis días.

   Dejarlo ir no es sencillo. Es complicado asumir que he sufrido por gusto cuidando de él durante todo este tiempo y aceptar que lo que yo llamaba "Amor" resultó ser un vulgar "apego". De vez en cuando seguramente me dará mono y saldré a buscarle por la calle o puede que el puñetero sepa el camino de regreso a casa y se instale pacientemente en el jardín, esperando a que yo dé un paso en falso y vuelva a necesitar su abrazo asfixiante… Pero sí espero tener la fuerza de voluntad suficiente para verlo de lejos nada más, y no acomodarlo otra vez en mi habitación, ni hacerle caso a sus ruiditos de mamífero lastimero o  caer en la trampa de sus ojos llorones. Lo mío con este jodido "apego" se terminó y toca escribir la siguiente página buscando un "Amor" de los de verdad, de esos que he leído se alimentan de confianza y pueden andar sueltos por casa o hasta irse a dar un paseo solos sin generar destrozos o romper corazones. 

   Así que, expuesta esta historia que espero no haya resultado excesivamente dramática (es uno de los efectos nocivos que genera esta criatura: todo lo que toca adquiere un tinte lacrimógeno enseguida) hago entrega oficial de este particular ejemplar a la comunidad para quien considere que es un placer gozar de su compañía. Me consta que muchos de mis vecinos sienten auténtica pasión por la crianza de animales peligrosos y puede que pronto consiga un nuevo hogar con alguno de ellos. Lo devuelvo a la calle y al mundo para que corra, salte y encuentre otros corazones trastornados con los que jugar y que le alimenten. Porque yo, muy señores míos, estaré ocupada a partir de este momento buscando un ejemplar de "Amor" auténtico y con certificado de pedigree, que le haga honor al nombre que por tantos años llevó sin merecer el puñetero "apego" que tan injustamente entretenida me ha tenido.  



sábado, 8 de octubre de 2011

10


   
   Esta semana hace una década ya que vivo en Barcelona. O lo que es lo mismo: contando hasta ayer    -que es la fecha que aparece sellada en mi pasaporte como primer día oficial en España- han pasado tres mil seiscientos cincuenta y tres días, para ser más exactos. 

   Normalmente para festejar esta fecha, que para mí tiene el valor equivalente al de un cumpleaños, escribo un post con recuerdos o momentos especiales que han formado parte de ese período e incluso en una ocasión llegué a hacer una lista de las cosas que he acumulado desde el momento en que planté mis dos maletas de 20 kilos cada una en el suelo del aeropuerto de El Prat y no tenía mucha idea de lo que iba a ser mi vida a partir de allí. Pero esta vez, mira tú por donde, mi reflexión es un poco diferente. 

   Diez años no pasan en balde y una -quiera o no- va madurando. Tras hacer las sumas y las restas correspondientes intentando crear una lista más o menos memorable para celebrar esta aniversario, me di cuenta que el regalo más precioso que tengo y también el más digno de ser festejado es el aquí y el ahora. Mi hoy. Lo que me hace feliz en este momento exacto, sin pensar en lo que se ha quedado atrás (sea malo o bueno) y sin analizar o intentar adivinar lo que trae el futuro, que al fin y al cabo aún no existe. 

   Así que sin más preámbulos, aquí va este striptease en forma de lista con las diez instantáneas que dibujan mi presente perfecto:

1. Vivir en Gràcia, mi barrio favorito, en un piso donde por fin logré pintar una pared color rojo fresa e intento (con un margen de éxito discutible...) mantener vivas las plantas de tres macetas que toman sol en mi balcón. 

2. Trabajar en lo que me gusta, ni más ni menos. Con un equipo estupendo, una jefa y varios compañeros a los que admiro y en una empresa bastante singular donde aprendo una cosa nueva cada día. 

3. Haber descubierto el yoga y la meditación, mi nueva adicción. Un lujo poder ir a clases dos veces a la semana y lo mejor de todo, a solo a tres calles de casa.

4. Mis amigos y amigas; algunos nuevos y otros muy antiguos. Con unos comparto media vida, con otros la pasión por los libros y las letras, hay algunos que están muy cerca y otros a los que me toca visitar vía Skype o BB Messenger, pero todos sin excepción son valiosos para mí. 

5. Tener al mejor roomie del mundo y poder contar varias veces vez al año con la visita de la gente que más extraño: mi familia. 

6. Los pequeños grandes rituales que mantienen activa mi inspiración: escribir por las mañanas mientras desayuno, tomar café en el balcón, leer por las noches antes de dormir, observar a la gente en la calle o el Metro, ir al cine, apuntar las ideas en mi manoseada libreta negra, viajar, mirar el mar...

7. Mis sobrinos putativos: Z, L y K, que está en camino. 

8. Inventar una historia a cuatro manos con un corazón pirata y aficionado a los silencios, que me regala un puerto secreto y hecho a mi medida para refugiarme de las tormentas.

9. Pasear, da igual por donde: Gràcia, el centro, la playa, l'Eixample. Simplemente adoro las calles y plazas de Barcelona.  

10. Poder escribir, sobre todo en este blog. Y lo mejor de todo: saber que hay gente que lo lee :-)